La teoría de la carga cognitiva es un enfoque
instruccional basado en el funcionamiento de la arquitectura cognitiva humana y
su rol en el aprendizaje y la solución de problemas (Sweller, Ayres, & Kalyuga, 2011). Esta arquitectura incluye
los límites de la memoria de trabajo, la organización multinivel de los
conocimientos almacenados en la memoria de trabajo y la interacción de estos
dos sistemas. La investigación de esta interacción marcó una primera versión de
la teoría de la carga cognitiva. Su reciente versión ha puesto énfasis en las
categorías del conocimiento y los principios de la arquitectura cognitiva
humana tomando analógicamente la perspectiva biológica evolutiva. Este nuevo
enfoque pretende dar mayor poder explicativo de los efectos y generar un
amplio rango de hipótesis (Sweller, 2016).
Siguiendo las categorías de conocimiento que según
Geary (Geary, 2005, 2008a, 2012) son consecuencias
de la historia evolutiva humana, la teoría de la carga cognitiva distingue entre
conocimientos biológicos primarios y secundarios. Esta distinción es muy
semejante a la distinción entre conocimientos intuitivos y reflexivos
provenientes de la psicología cognitiva (Evans,
2011) y la filosofía (ver las revisiones
de Frankish & Evans, 2009; Smith & Collins, 2009).
Los conocimientos biológicos primarios son dominios no
completamente desarrollados que son adquiridos por herencia genética. Es decir,
son dominios que permitieron la supervivencia de la especie humana y son
transmitidos sexualmente de padres a hijos. Estos conocimientos se desarrollan rápida
e inconscientemente solo por ser miembro de una sociedad; es decir no requieren
enseñanza explícita ni esfuerzo cognitivo. Por ejemplo, distinguir entre rostros
humanos y comprenderlos (i.e., folk psychology), comprender a otras especies (i.e.,
folk biology), así como reconocer y contar objetos físicos (i.e., folk physics).
Es crítico señalar el rol del contexto social para el desarrollo de estos
conocimientos. El alto nivel de inmadurez al nacer crea las condiciones para una
temprana exposición al mundo social la cual podría explicar el gran desarrollo infantil
temprano en comparación con las especies más cercanas (Phillips, Abbot, & Rokas, 2015; Portmann, 1990; Sakai et al., 2012).
Los conocimientos primarios son cruciales para la
instrucción ya que son la base para la adquisición de conocimientos biológicos secundarios
(Paas & Sweller, 2012). Los
conocimientos secundarios son aquellos que son adquiridos en las escuelas y
para los cuales los humanos no evolucionaron para aprender. Por ejemplo, despejar
a para la ecuación a/b=c. Para resolver esta ecuación se
requiere conocimientos primarios tales como el conteo, enfoque visual y mecanismos
de control inhibitorio (Geary, 2008b)
pero no son suficientes. A diferencia de los conocimientos primarios, los
conocimientos secundarios son difíciles de aprender, requieren enseñanza
explícita, esfuerzo cognitivo y alta motivación. Los conocimientos de dominio
general como el análisis de medios y fines no requieren ser enseñadas porque se
pueden llevar a cabo intuitivamente. Pero las tareas que son producto del
desarrollo cultural y que forman parte del currículum escolar no pueden
aprenderse sin una adecuada guía en condiciones instruccionales (P. A. Kirschner, Sweller, & Clark, 2006). Consecuentemente,
la implicaciones de teoría de la carga cognitiva aplican mejor cuando se requiere
aprender conocimientos biológicos secundarios.
El aprendizaje de conocimientos biológicos secundarios
depende de las características de la arquitectura cognitiva humana. Tomando la
teoría de la evolución biológica analógicamente (Siegler,
1996), Sweller ha sugerido que los mecanismos de la estructura cognitiva
humana deben incorporar los procesos y funciones de la evolución por selección
natural. Para esto compara la operación de la cognición humana con la evolución
por selección natural como ejemplos de un sistema de procesamiento de
información natural (2003, 2004, 2016). Esta
estructura puede ser descrita mediante cinco principios básicos:
· Principio de almacenamiento de información: los sistemas naturales
de procesamiento de información tienen grandes almacenes de información que
gobiernan sus actividades. La memoria de largo plazo provee esta función en la
arquitectura cognitiva humana.
· Principio de préstamo y reorganización: la información almacenada
es prestada mayormente de otros almacenes de información. Este préstamo no
produce una copia exacta sino una reorganización de la información. Los humanos
imitan, escuchan, observan o leen la información de otros para almacenarla en
la memoria de largo plazo de forma organizada.
· Principio de aleatoriedad como génesis: la información que no es
prestada sino completamente nueva se la adquiere mediante un proceso aleatorio de
prueba y generación. Debido a la ausencia de información relevante de otros sistemas,
la información nueva se adquiere durante la solución de un problema usando
métodos generales como el análisis de medios y fines.
· Principio de límites estrechos para el cambio: este mecanismo evita
los cambios aleatorios rápidos y grandes en el almacén de información los
cuales podrían destruir su funcionalidad. Este principio se representa por la
memoria de trabajo, la cual es severamente limitada en capacidad y duración, ya
que solo permite el procesamiento de unos pocos elementos de información
nuevos. Esto evita dañar las estructuras de conocimientos almacenadas en la
memoria de trabajo. Si la información supera los límites de la memoria de
trabajo, el sistema experimenta sobrecarga y el aprendizaje se deteriora.
· Principio de organización y vínculo ambiental: la información
almacenada guía el comportamiento del sistema en su ambiente externo. Cuando la
información es usada desde el almacén del sistema, los límites estrechos se
reducen o desaparecen. Ante la necesidad de resolver problemas complejos, la cognición
humana recurre a los conocimientos organizados y almacenados en la memoria de
largo plazo para manipularlos en memoria de trabajo y poder resolver apropiadamente
el problema.
Estos principios definen de forma general el
comportamiento de la arquitectura cognitiva humana cuando se requiere aprender
conocimientos biológicamente secundarios. Por esta razón, la teoría de la carga
cognitiva se ha enfocado en comprender las condiciones en las que el sistema
cognitivo humano se desempeña mejor ante situaciones de aprendizaje complejo.
Esto implica cómo afecta la interacción de la información en la memoria de
trabajo. Como se dijo, la memoria de trabajo es severamente
limitada porque solo puede procesar alrededor de 4±1 elementos interactivos de
información nuevos durante aproximadamente 18 segundos (Baddeley, 2006; Cowan, 2005; Miller, 1956; Peterson & Peterson, 1959).
De esta manera, la carga cognitiva ha sido definida como la cantidad de elementos interactivos de información
que son procesados en la memoria de trabajo. El efecto de la interactividad de
estos elementos sobre la memoria de trabajo depende del conocimiento previo.
Consecuentemente, se asume que la memoria de trabajo contiene recursos que son
invertidos cuando aprendemos. Cuando la información es nueva, es decir que no
se cuenta con conocimientos relevantes en la memoria a largo plazo, y supera
los límites en cantidad y duración de procesamiento de la memoria de trabajo,
se experimenta carga cognitiva produciendo bajo aprendizaje o rendimiento. Sin
embargo, cuando se tiene conocimientos previos relevantes en la memoria a largo
plazo, los elementos interactivos no afectan el procesamiento de la memoria de
trabajo. Todo lo contrario, se sugiere que el conocimiento previo considera a
la información entrante (que no es nueva) como un solo elemento, disminuyendo
su complejidad y permitiendo el procesamiento de más elementos al mismo tiempo.
Como se puede observar, la interactividad de los elementos es un concepto
central en la teoría de la carga cognitiva, cuya investigación ha permitido
identificar muchos efectos instruccionales que afectan positiva o negativamente
el aprendizaje. De esta manera, la interactividad de los elementos puede
variarse mediante el diseño instruccional, reduciendo la carga irrelevante para
el aprendizaje.
Los investigadores han
definido tres categorías de carga cognitiva relacionadas al aprendizaje. La
carga cognitiva ajena (i.e.,
extraneous load) es causada por elementos de información del material o tarea
que no pertenecen a la información esencial que debe ser aprendida pero
consumen recursos de la memoria de trabajo. Por ejemplo cuando dividen la
atención, cuando presentan la misma información de aprendizaje tanto visual
como verbalmente, o cuando ella se presenta transitoriamente sin tener el
tiempo para ser comprendida. Cuando esta carga es elevada y no puede ser
controlada por el estudiante, reduce los recursos cognitivos que podrían
dedicarse a la construcción de esquemas en la memoria a largo plazo. La carga cognitiva intrínseca (i.e., intrinsic
load) es causada por la interactividad de los elementos de información que
deben ser aprendidos. A mayor nivel de interactividad, mayor carga cognitiva
intrínseca. Esta carga puede ser graduada de acuerdo para ser ajustada a la
capacidad del estudiante mediante mediante procedimientos instruccionales (Sweller, 2010). Si la cantidad de elementos
interactivos supera la capacidad de la memoria de trabajo, produciendo carga
cognitiva ajena, se la debe simplificar fragmentándola para que pueda ser
procesada gradualmente, es decir en bloques de información interactiva simples,
medianos y complejos, y presentarlos de manera secuencial y ajustada a la
adquisición en la memoria de largo plazo (i.e.,
Van Merriënboer, Kester, & Paas, 2006). La carga cognitiva adecuada (i.e., germane
cognitive load) se refiere a los recursos cognitivos de la memoria de trabajo
que están disponibles para tratar con la interactividad de los elementos
relacionados con la carga cognitiva intrínseca (Sweller,
2010; Sweller et al., 2011). Al inicio los investigadores asumieron que
imponía más carga en la memoria de trabajo sumando a las dos anteriores, pero
luego se sugirió que ella es parte de la carga cognitiva intrínseca de la
memoria de trabajo (Kalyuga, 2011; Paas, Van
Gog, & Sweller, 2010; Sweller, 2010). Por esta razón, los
investigadores ya no la consideran como una carga producida por el material o
la complejidad de la información a ser aprendida, sino como un recurso
independiente de la memoria de trabajo relacionada con las características del
aprendiz (Paas et al., 2010; Sweller, 2010;
Sweller et al., 2011). Se ha sugerido que la carga cognitiva adecuada
varía en función de las otras cargas. Es decir, suponiendo niveles estables de
motivación, capacidad cognitiva y conocimiento previo, si una tarea impone
mucha carga ajena, quedarán pocos recursos para invertir en la carga intrínseca
y consecuentemente en la carga adecuada. Consecuentemente, si la información
interactiva es mayormente intrínseca a lo que se desea aprender y se disminuye
o elimina la carga ajena, se dedicarán más recursos o carga adecuados para
tratar con la carga intrínseca.
Por esto, según los
investigadores no es necesario insistir en tres categorías de carga cognitiva
sino solamente en la intrínseca y ajena. Esta formulación de la carga cognitiva
adecuada, según Sweller (2010), elimina
la contradicción de su anterior formulación. Sin embargo, esto no ha clarificado
las afirmaciones de que la carga cognitiva adecuada “se refiere meramente a los
recursos de la memoria de trabajo para tratar la interactividad de la carga
intrínseca” y “tiene que ver solamente con las características del aprendiz” (Sweller, 2010, p. 126). En recientes artículos
teóricos este constructo ya no ha sido considerado (Sweller, 2015a, 2015b, 2016) diluyéndose en la complejidad
intrínseca de la información. Pero queda la cuestión de si la primera
formulación de la carga cognitiva adecuada sigue siendo relevante, ya que falta
un constructo teórico importantísimo que dé cuentas de la interacción entre la
información de la memoria a largo plazo activada durante la instrucción y
aquella que ingresa a la memoria de trabajo plazo. La inversión de recursos
cognitivos de la memoria de trabajo presupone la activación simultánea de redes
neuronales que almacenan información para que den sentido a la información
percibida (Wolfe, 2010). Es decir, hace falta
un componente que (1) explique cómo el conocimiento previo activado interpreta
simultáneamente la información ya conocida que ingresa a la memoria de trabajo
causando reversión de la experticia, (2) que regule la interacción entre el
conocimiento previo y la información nueva mientras se reconstruyen los
esquemas en la memoria a largo plazo, y (3) que transfiera los conocimientos
previos a situaciones poco conocidas o desconocidas. Sería algo como el búfer
episódico del modelo de Baddeley (Baddeley,
2000; Baddeley, Allen, & Hitch, 2011). Este componente faltante
mediaría entre el flujo de conocimientos activados y la información de la
memoria de trabajo, aludiendo de esta manera a la afirmación de Sweller de ser
un recurso adecuado que trate con la complejidad de la carga cognitiva
intrínseca y tenga que ver con las características del aprendiz. Pero además,
siendo que interactúa con la información del ambiente, este componente también
invertiría recursos en la carga cognitiva ajena, particularmente en aquellas
situaciones donde el efecto de la atención dividida o de la redundancia no
pueda ser removida de la instrucción. Además, este componente sería el
responsable de la transferencia flexible del conocimiento técnico (Kalyuga & Hanham, 2011; Kalyuga, Renkl, &
Paas, 2010).
Al considerar la teoría de la
carga cognitiva como un teoría que explique la efectividad (e inefectividad)
del aprendizaje colaborativo surgen otros elementos no considerados en el
modelo actual. El componente que regula la interacción del flujo del
conocimiento previo almacenado en la memoria de largo plazo con la información
de la memoria de trabajo está supuesto en el aprendizaje colaborativo. Para
aprender colaborativamente se requiere invertir recursos de los sistemas de
memoria en los procesos de comunicación y coordinación de los miembros del
grupo. Desde la teoría de la carga cognitiva, a estos recursos se les ha
denominado costos de transacción (F. Kirschner, Paas, & Kirschner, 2011; P. A.
Kirschner, Kirschner, & Janssen, 2014), un término acuñado
primeramente en la psicología organizacional (Ciborra
& Olson, 1988). Estos costos pueden producir carga cognitiva
intrínseca o ajena, según si contribuyen o no a la construcción y
automatización de esquemas en la memoria de largo plazo respectivamente. Tal
como lo sugiere Webb (1991), que hay dos
tipos de interacción verbal relacionadas significativamente con el aprendizaje
en grupos dirigidos por pares: dar explicaciones elaboradas que estén
relacionadas positivamente con el logro y recibir realimentación procesual de
cómo llegar a la respuesta en lugar de recibir solamente la respuesta correcta.
Dados uno niveles motivacionales altos, los costos de transacción requieren
regulación activa del conocimiento previo por parte de cada miembro del grupo,
y regulación del conocimiento grupal entre los miembros.
Queda pendiente investigar si estos
costos de transacción y respectiva la carga cognitiva que produce pueden ser
disminuidos cuando los grupos de estudiantes logran un nivel óptimo de interdependencia
grupal (Johnson & Johnson, 2002).
Como se ha podido apreciar, la teoría de la carga cognitiva pone énfasis en el
aprendizaje individual teniendo en consideración el tipo de categoría de
conocimiento (i.e., primario o secundario) y cómo opera la arquitectura
cognitiva humana en particular las limitaciones de la memoria de trabajo. Sin
embargo es necesario esclarecer los efectos derivados de las condiciones de
aprendizaje colaborativo y si los efectos obtenidos en el aprendizaje
individual son relevantes para la colaboración. Es posible hipotetizar que ante
la gran cantidad de fuentes de información producidas por la interacción grupal
los efectos tradicionales encontrados por la carga cognitiva se reduzcan significativamente.
La investigación científica debe ayudar a cerrar esta brecha de conocimiento para
refinan la teoría y mejorar las condiciones instruccionales.
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