El presente ensayo tiene como propósito comentar de manera breve y
superficial algunos de los supuestos con que Pérez Gómez (2006) se acerca a los paradigmas de investigación. La revisión que el autor
realiza de los paradigmas de investigación científica en el campo de la
educación está estructurada en tres planos de análisis: el ontológico, el
epistemológico y el metodológico. A partir de estos planos, hace una exposición
que tiene como propósito convencer al lector que el paradigma que él apoya, el
interpretativo constructivista, es más adecuada para la investigación educativa.
La investigación científica, cuyo cometido conlleva
la continua e inacabada acción de encontrar significados y patrones que
permitan ‘explicar’, ‘comprender’, ‘construir’ o ‘transformar’ las realidades del mundo,
solo tiene sentido si se pretende encontrar el significado de su totalidad. Si estamos
de acuerdo en esto, las diferentes perspectivas filosóficas de la ciencias,
sean para las denominadas humanas o las naturales, no son sino visiones parciales
que deben complementarse para dar cuenta de la unidad total unificadora del
mundo y de sus diferentes sentidos.
Desde esta perspectiva, la argumentación de
Pérez Gómez (2006) sobre el paradigma de investigación que él privilegia, podría ser
un buen ejemplo de dogmatismo filosófico o epistemológico. Aunque el autor reconoce
que hay no dos sino muchas corrientes de investigación, las cuales siguen
siendo reconocidas en las más recientes revisiones de la investigación
cualitativa (Denzin & Lincoln, 2011; Leavy,
2014),
decide reproducir el tradicional dualismo que opone la ‘explicación’ de la
‘comprensión’, el cual es superado con mucho cuando se considera al mundo como un
todo, cuyos múltiples sentidos pueden dar lugar a diferentes paradigmas sin que
ellos necesariamente tengan que verse como opuestos.
Por esta razón, el autor decide desplegar
su modelo de análisis indagando vagamente el paradigma positivista. Pero al
hacerlo, sitúa su crítica en el positivismo lógico, el cual hoy ya cuenta con importantes
enmiendas que intentan superar sus limitaciones. Esta manera de presentar al
positivismo pone al lector en una posición que, si no conoce o tiene
experiencia en la investigación científica de corte cuantitativo, dará por
sentado que el modelo interpretativo es el más adecuado. Su posición de defensa
del modelo interpretativo en oposición al positivista, no le permite apreciar
que las el modelo proceso-producto también reconoce las contingencias de las
relaciones espacio-temporal-contextuales de las variables que se miden, y que
los conceptos que se cuantifican provienen del mundo subjetivo humano. Exagera
al afirmar que los experimentos son imposibles de llevarse a cabo en las
situaciones reales. No considera que los modelos cognitivos sí tienen en cuenta
la subjetividad del/los sujetos.
Cuando reconoce los aspectos sustanciales
del paradigma interpretativo, cae ciegamente ante sus propia crítica, pues se
concentra en tales elementos evitando la discusión crítica a las variantes
teóricas de la perspectiva que apoya. Su esfuerzo en delinear un núcleo sustantivo,
que no es otra cosa que identificar los puntos comunes o los patrones
claramente identificables, es un buen ejemplo de la ineludible tarea que
caracteriza al quehacer científico desde cualquier paradigma. Así, el autor no
parece consciente de que solo ha reemplazado los patrones numéricos por
'patrones interpretativos'.
Al asumir la perspectiva constructivista,
cae en el dualismo positivista cuando sostiene que "la realidad social
tiene una naturaleza constitutiva radicalmente diferente a la realidad
natural" (p. 16). Tal distinción de 'naturalezas' presupone una separación
entre lo biológico y cultural de las actividad educativa y del mundo social en
general. La diferenciación que el autor sostiene no tiene en cuenta las
contribuciones teóricas y empíricas que la psicología y antropología evolutivas
que están dando: que los sujetos son tales en la medida en que su arquitectura
cognitiva y su desarrollo en general, la cual incluye los afectos, las
socialización, se fue sofisticando gradualmente a través de las interacciones
con otros y con su ambiente, y que tales mecanismos sostienen y median la
subjetividad y las intersubjetividades.
Este brevísimo comentario solo pretende ser
un punto de inicio de un diálogo sobre el puente que podría ayudar a conectar la
artificial división entre la filosofía y ciencia denominadas humanas y las naturales,
a partir de la necesidad de construir el sentido de la totalidad del mundo.
Referencias:
Denzin,
Norman K., & Lincoln, Yvonna S. (2011). The
SAGE handbook of qualitative research (4th ed.). Thousand Oaks: SAGE.
Leavy, Patricia. (2014). The Oxford handbook of qualitative research. Oxford; New York:
Oxford University Press.
Pérez Gómez, Ángel. (2006). Producir conocimiento
en el campo de la educación. Modelos y paradigmas para pensar la
investigación. In Ángel Pérez Gómez, Tulio Ramírez, Alejandra Fernández,
Sary Calonge, Carlos Blanco, Gilberto Graffe, & Manterola Carlos (Eds.), La aventura de investigar: Experiencias
metodológicas en educación. Caracas: Santillana.
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